¿Cómo encontrar ese tesoro enterrado procedente del espacio exterior?
Pongamos que estás un buen día cavando en tu patio, buscando los huesos de un dinosaurio o una cabeza de flecha india, cuando de pronto desentierras una piedra que te sorprende por ser especial. ¿Cómo puedes saber si se trata de un meteorito? A menudo no se puede saber, en último término, muchos meteoritos van pareciéndose cada vez más a las rocas de la Tierra conforme pasa el tiempo. Pero si la piedra es oscura, ésta forrada en parte por una costra negra y tachonada de glóbulos vidriosos, redondos y ovalados, puede estar bastante seguro de que es una piedra meteorítica; concretamente, un condrito. Los meteoritos ferrosos son aún más fáciles de reconocer. Según Harvey H. Nininger, cuya vida estuvo dedicada a coleccionar meteoritos (por los que pagaba a dos dólares el kilo), un meteorito ferrosos se parece a una «vieja lata herrumbrosa y abollada, pero que por supuesto es muy pesada».
Otra clave es que los meteoritos ferrosos están cubiertos de bordes dentados con aspecto de huellas dactilares sobre barro blando; estas impresiones se producen cuando los meteoritos se estrellan en la atmósfera. La superficie del meteorito se derrite con el calor de la fricción y le arranca la fuerza con que se mueve por el aire.