El sistema solar: la familia del sol

El Sistema Solar constituye nuestro minúsculo y conocido rincón del universo. Hace cinco mil millones de años, el Sol y el séquito de cuerpos que lo rodea no eran más que gas y polvo.
El Sistema Solar consta del Sol, ocho planetas (anteriormente nueve, ya que plutón recientemente ha dejado de considerarse un planeta), y sus docenas de satélites, millones de asteroides (o planetas menores), innumerables meteorides y cometas, y un plano de polvo que permea todo el espacio interplanetario. ¿Cómo llegaron a formarse todos estos objetos de naturalezas distintas? Aunque persisten algunas incógnitas, la astronomía actual considera que el Sistema Solar se formó hace menos de cinco mil millones de años a partir de una nube de polvo y de hidrógeno y helio caliente conocida como la nebulosa solar.

 

Creación del Sistema Solar

De la nebulosa solar al sistema solar

La nebulosa empezó a rotar y a contraerse, un proceso desencadenado tal vez por la explosión de una supernova cercana o por la pertubación gravitatoria debida al paso de una estrella. La región central de la nuve se contrajo en forma de una protoestrella que empezó a crecer. En el disco grueso que rodeaba la protoestrella se condensaron partículas en los grumos de gas. Estas partículas crecieron hasta formar planetesimales (cuerpos de roca y hielo con unos cuantos kilómetros de tamaño) que colisionaron y se unieron unos a otros para constituir objetos mayores, protoplanetas, percursores de los planetas actuales.

La protoestrella se convirtió en estrella cuando su núcleo alcanzó una temperatura de 10 millones de ºC, suficiente para desencadenar reacciones de fusión nuclear: el Sol había nacido. La radiación generó un viento solar muy potente de partículas cargadas, una “onda de choque”, que barrió el gas y el polvo remanentes.
El calentamiento debido a la contracción gravitatoria y a la radioactividad hizo que los protoplanetas se fundieran y sus capas internas se diferenciaran tal y como se observa en los planetas actuales. Los primeros mil millones de años fueron, además, una época de bombardeo continuo debido a los escombros sobrantes, que asolaron las superficies de los planetas y de sus satélites. Los cráteres de la Luna atestiguan esta era.

Mundos en colisión

Las fases finales de la formación del Sistema Solar implicaron colisiones catastróficas entre objetos de dimensiones planetarias. Mercurio, con su núcleo inusualmente grande, podría ser el resto de uno de tales eventos. El choque de Urano con un planeta el doble de grande que la Tierra podría haber inducido la gran oblicuidad de su eje de rotación (recuerdo que Urano es el único planeta que gira de norte a sur y no de este a oeste). Y hoy día se cree que la Luna se formó a partir de los residuos expulsados por la colisión de la joven Tierra con un cuerpo el tamaño de Marte.

La naturaleza de los planetas

La composición de los planetas cambia según su lugar de formación, porque la temperatura decrece al aumentar la distancia del Sol. El interior de la nebulosa solar era, con diferencia, demasiado caliente como para que existieran en forma sólida sustancias como el agua, el metano o el amoniaco. Por eso, los planetas interiores se formaron a partir de materiales como el hierro o los silicatos. El frío de las zonas exteriores de la nebulosa permitió a los planetas de esa región retener cantidades significativas de agua, hielo y otros elementos que el calor destruye con facilidad. Las masas de esos planetas, mucho mayores, les permitieron acaparar enormes cantidades de hidrógeno y helio que formaron las atmósferas de los planetas gigantes.

Objetos de desecho

El Sistema Solar no quedó del todo “limpio” tras el nacimiento del Sol. Entre objetos que quedaron atrás en la nebulosa solar se encuentran los cometas, cuerpos helados pequeños que suelen residir en los bordes externos del Sistema Solar. De vez en cuando un cometa abandona esas regiones remotas, se encamina hacia el Sol y luce con espectacularidad. Los asteroides, también llamados planetas menores, están hechos de roca y metal.
La mayoría orbita entre el Sol en el cinturón principal, la región entre Marte y Júpiter. Los fragmentos de cometas y asteroides se conocen como meteorides, y pueden abalanzarse sobre la Tierra y producir los trazos luminosos que llamamos meteoros.

Orbitas grandes y pequeñas

Todos los cuerpos planetarios, desde Júpiter hasta las partículas de polvo más pequeñas, se mueven en torno al Sol a lo largo de órbitas eclípticas. Una elipse es una especie de circunferencia achatada con dos focos situados en lados opuestos del centro. En el Sistema Solar, uno de los focos de las elipses orbitales está ocupado por el Sol. Ello implica que cada objeto pasa por dos posiciones extremas a lo largo de su órbita: el más próximo al Sol, llamado perihelio, y el más alejado denominado afelio.
Salvo los cometas, todos los cuerpos orbitan el Sol en el mismo sentido que la Tierra. Si observáramos el Sistema Solar desde una gran distancia por encima del polo norte terrestre, los planetas aparecerían moviendose en sentido antihorario (sentido opuesto a las agujas del reloj). La mayoría de los planetas rota alrededor de su eje en el mismo sentido en el que ejecuta su movimiento orbital.

Planetas terrestres Planetas jovianos

Clasificación de los planetas

Los planetas pueden pertenecer a una de dos categorias, según su composición. Los más cercanos al Sol (Mercurio, Venus, Tierra y Marte) se denominan planetas terrestres o telúricos porque se componen sobre todo de rocas y metales. Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno constituyen el grupo de los planetas gaseosos o jovianos. Poseen masas al menos 10 veces superiores a la de la Tierra y se componen de hielos más ligeros, líquidos y gases.

Plutón no es ni terrestre ni joviano, sino que se parece más bien a los satélites de hielo y roca que rodean los planetas gigantes.

Otro modo de clasificar los planetas se basa en la distancia. Los que recorren órbitas interiores a la terrestre (Mercurio y Venus) se llaman inferiores. Los que se hallan fuera de la órbita de la Tierra (Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno) son planetas superiores.

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