Nueva estrella en el cielo para 2022

El intrincado baile de dos astros muy cercanos entre sí, en la constelación del Cisne, está siendo observado con detalle desde hace años. Ahora los astrónomos que lo siguen se atreven a fijar una fecha para la fusión, un violento acontecimiento que aseguran que dará lugar a otra estrella que será fácilmente visible en el cielo nocturno en 2022. Esta se añadirá a la parte horizontal de la popular Cruz del Norte en esa constelación.

Una nova roja luminosa, un tipo de estrella recientemente identificado, sería el fruto del fenómeno que los astrónomos estadounidenses liderados por Lawrence Molnar esperan para dentro de muy poco. Existen desde 1999 datos acerca del sistema binario o precursor del que saldrá esta nueva estrella y los más recientes sobre su luminosidad presentados en la reunión de invierno de la Sociedad Americana de Astronomía (AAS) hacen pensar en que la fusión se producirá en 2022,2 con un margen de error de 0,6 años.

Que las estrellas se agrupen de dos en dos, o de tres en tres, aunque desde la Tierra se vean como un único punto luminoso, es algo muy común. Sin embargo, estos dos astros, situados a 1.800 años luz del Sol, están en contacto, comparten la atmósfera como dos cacahuetes dentro de su cáscara, explica el Calvin College de Michigan (EE UU), lo que es mucho más raro. Como en casi todos los sistemas binarios, uno es mucho mayor que el otro. El mayor tiene 1,4 veces la masa del Sol y el menor 0,32 veces.

Simulación de las dos estrellas del sistema binario KIC 9832227 cuya colisión se espera para 2022

El último fenómeno que se observó de este tipo no se pudo predecir. Tuvo lugar en 2008 en el sistema estelar V1309 Scorpii y el estudio posterior de las observaciones previas a su inesperada explosión han dado a Molnar y su equipo las pistas para arriesgarse a predecir por primera vez con fecha concreta el caso de sus estrellas binarias, denominadas KIC 9832227. La disminución acelerada del tiempo que tardan en orbitarse mutuamente es el parámetro que están confirmando que se adapta al modelo de forma muy precisa.

Antes, los astrónomos han tenido que despejar incógnitas sobre el sistema que estudian. “Hemos descartado que las dos estrellas estén orbitando a su vez una tercera lejana”, explicó Molnar en el congreso de la AAS en Texas. Sí han encontrado indicios de una tercera estrella muy pequeña que creen que no influirá en la evolución del sistema. Después de todo eso, y con los nuevos datos, Molnar dice: “Creemos que nuestra predicción debe ser tomada en serio desde ahora y que en los próximos años estudiemos esto para saber lo que causa que las binarias en contacto se fusionen”.

El último fenómeno que se observó de este tipo no se pudo predecir.

Cuando eso pase, la luminosidad aumentará durante seis meses hasta ser 10.000 veces superior a la actual del sistema binario, por lo que se podrá observar a simple vista, aunque luego (al cabo de varios años) decaerá. El estudio se publica en The Astrophysical Journal. Molnar y su equipo no tienen problema ahora para obtener tiempo de observación en grandes telescopios, como el XMM Newton o el VLA y han ampliado su estudio a las longitudes de onda de radio, infrarrojo y rayos X.

En los últimos años se han documentado varios sistemas de este tipo que están cerca del final de su ciclo vital pero no es habitual que se prediga una fecha concreta para el choque que dará lugar a un nuevo componente del Universo. En 2015, astrónomos del Observatorio Europeo Austral (ESO) identificaron el sistema binario en contacto más caliente y masivo conocido. Se halla a 160.000 años luz de la Tierra, en la Gran Nube de Magallanes, y del choque puede surgir una estrella gigante o un sistema binario de agujeros negros. Un año antes, astrónomos españoles observaron desde Almería otro sistema similar en la constelación Camelopardalis (la Jirafa).

El círculo rojo indica la situación de la nueva estrella en el extremo de la Cruz del Norte, en la constelación del Cisne

La arqueología astronómica también se beneficia del conocimiento actual de estos sistemas dobles gracias al análisis de su luz en muchas longitudes de onda. Una nova roja luminosa como la predicha ahora fue también la nueva estrella Nova Vulpeculae que los astrónomos europeos observaron en el cielo en 1670 y que luego se hizo cada vez menos visible. Lo que pasó entonces se interpreta ahora como ese raro fenómeno en el que de una colisión entre dos estrellas surge otra que es más brillante que una nova pero menos que una supernova y que lanza material al espacio hasta que solo queda un remanente de débil luminosidad. El remanente se observa todavía, en la constelación de Vulpecula (el Zorro).

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