Historia de la constelación de Tauro

Tauro, la segunda constelación zodiacal es una de las figuras más impresionantes del cielo nórdico por el gran número de estrellas que la componen, entre las que se encuentran las Pléyades y las Híades. Tauro está situada al noroeste del gigante Orión, y al sudoeste de Auriga; su estrella más brillante, Aldebaran (llamado también el ojo rojo del toro), la hace inmediatamente identificable. Esta estrella está muy próxima al grupo abierto que conforman las Híades, la formación de la cara del animal. Nuestra imagen convencional de Tauro es la de una figura incompleta que sólo incluye la mitad anterior del animal, orientada hacia el este y con una cabeza coronada por unos cuernos exageradamente largos, que señalan hacia Orión. La punta de cuerno más alto toca el talón de Auriga, y la estrella que la define había sido compartida antaño por ambas constelaciones.

La posición de Tauro, cercana al ecuador celeste, permite su observación desde cualquier punto del planeta, excepto desde una región antártica, donde se oculta parcialmente. Desde el hemisferio norte en invierno y en los trópicos, se muestra en su aspecto más magnifico.

Su punto más álgido es entre finales de noviembre y principios de diciembre. Y recomiendo ver esta constelación si se pudiese con unos prismáticos, porque mires donde mires no tiene ningún desperdicio.

Cabe destacar que dentro de esta constelación se encuentra una de las nebulosas más famosas que existen, la M1 o mejor conocida como nebulosa del cangrejo, que son restos de una supernova (la explosión de una estrella) observada en el año 1054.

Historia mitológica de la constelación

Al igual que otras constelaciones, Tauro tiene una historia mitológica diferente según la civilización; de este modo en Egipto se asocia al dios Osiris, que estaba representado por un dios-toro, y a su hermana Isis, representada por una diosa-vaca. La Luna creciente cuando cruzaba esta constelación formaba sus cuernos.

En Grecia esta constelación contiene dos historias que narran las aventuras amorosas de Zeus y en las que interviene este simbolismo: Ío, convertida en una vaca por Hera: y Europa, seducida por Zeus en una playa, disfrazado de toro blanco. (Recuerdo que Ío y Europa son dos de los satélites mas importantes del planeta Jupiter) En el mismo momento en que Europa sube al lomo del toro, éste cruza el océano y la lleva hasta Creta, donde la posee.

Los romanos identificaban al toro con Baco. Durante las bacanales, un toro cubierto de flores recibía la escolta de las jóvenes bailarinas que representaban los cúmulos de las Pléyades y las Híades.

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