Mercurio

Mercurio es un mundo pequeño, rocoso, carente de aire y que soporta un clima durísimo: calor abrasador durante el día y frío extremo de noche. Su superficie accidentada recuerda a nuestra Luna.

Símbolo del planeta Mercurio

Su posición como planeta más interno convierte a Mercurio en un objeto difícil de ver. Nunca se aparta más de 28 grados del Sol y esta circunstancia complica la observación del planeta, sumido en el resplandor solar.
Mercurio nunca permanece en la misma zona del cielo durante más de un mes: de hecho, puede recorrer hasta tres constelaciones en el curso de un mes.
Años y días

A sólo 58 millones de km del Sol, Mercurio emula dignamente al dios de pies alados al que debe su nombre: su período orbital, 88 días, es el más breve del Sistema Solar.

La duración de los años mercurianos contrasta con la longitud de sus días. Si se define un “día” como el tiempo que tarda el planeta en rotar, entonces un día en Mercurio equivale a un poco más de 59 días terrestres, o dos tercios de su año. Pero si se define el día como el tiempo que tarda el Sol en regresar al mismo punto en el cielo, entonces su duración es de dos años mercurianos, 176 días terrestres.

Mercurio: un planeta de extremos

La masa de Mercurio equivale a la dieciochoava parte de la terrestre y resulta demasiado pequeña como para retener una atmósfera capaz de protegerlo de condiciones extremas. Mercurio sufre un clima muy desagradable. La cara diurna del planeta alcanza 430º C a mediodía. El calor se disipa en el espacio durante la noche, con la consiguiente caída drástica de las temperaturas, que bajan hasta -170º C justo antes del alba. Se trata de la amplitud térmica más intensa de todos los planetas.

Pulsos de radar enviados desde la Tierra mostraron en 1992 que alberga hielo subterráneo cerca de los polos, donde la temperatura se mantiene constantemente por debajo del punto de congelación. Se supone que estos “casquetes polares” subterráneos pueden deberse al impacto de cometas ricos en hielo.

La superficie al descubierto

La sonda Mariner 10 contempló en 1974 un mundo que parece gemelo de la Luna. Todo el planeta está tachonado con cráteres de impacto de tamaños que van desde el mínimo detectable (1 km) hasta el enorme “ojo de buey” de la cuenca de Caloris, con 1.340 km de diámetro. La imagen queda completada con crestas, tierras altas y cuencas llenas de lava.

El interior de Mercurio

El diámetro de Mercurio, 4.888 km, corresponde a 1.4 veces de la Luna. Sin embargo, el planeta es 1.7 veces más denso, lo que indica que los dos cuerpos poseen composiciones distintas. Se cree que Mercurio tiene una estructura interna peculiar: una corteza de silicatos con 700 km de grosor envuelve un núcleo enorme de hierro y níquel que suma el 60% de la masa del planeta y ocupa tres cuartas partes de su radio, como si se tratara de una fruta con una cáscara gruesa.

Resumen de datos

Diámetro: 4.875 km
Masa: 0.055 masas terrestres
Periodo de rotación: 58.6 días
Oblicuidad orbital media: 0.5 grados
Velocidad orbital Media: 48 km/s
Distancia media del Sol: 58 millones de km

Mitología de Mercurio

El nombre griego de este planeta era “la estrella de Hermes”, el mensajero de los dioses, equivalente al dios Mercurio en la mitología romana. Este planeta se encuentra muy cerca del Sol, y su movimiento de traslación es relativamente rápido. Debido a su posición próxima a la luz cegadora del Sol, es un planeta difícil de divisar en el cielo. Todas estas características parecen encajar perfectamente en su papel de mensajero de pies alados. El griego Hermes era un hábil dios, patrón de los carteristas y ladrones. Estaba maravillosamente dotado: antes de que cayera la noche el día de su nacimiento, Hermes ya había inventado la lira.

Hermes también se ha identificado con el dios Egipcio Thot, que empezó su existencia siendo el dios lunar, Thot era el mensajero de los dioses, y custodio de sus hechos, del mismo modo que Hermes atendía a los dioses del Olimpo. Enseñó a los mortales las artes y las ciencias, incluidos los jeroglíficos, con los cuales podían registrar sus inventos. Fue el primer mago, y sus fórmulas mágicas tuvieron fama de ser capaces de dominar la naturaleza. Gracias a este poder, más adelante Hermes recibió el título de Trismegisto, es decir, “Hermes Tres Veces Grande”.

En diferentes lenguas europeas encontramos la raíz latina de Mercurio en palabras como comercio y mercader. La traducción literal de la palabra griega Hermes es “montón de piedras”, probablemente relacionado con la costumbre de marcar caminos y senderos con piedras, a las que los viajeros iban siempre añadiendo más piedras.

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