Historia de la constelación de Aries

Aries es la primera constelación zodiacal pero, a pesar de su relevancia mitológica, esta figura, situada al oeste de Tauro, no se distingue muy bien a excepción de un grupo de tres estrellas muy próximas: Hamal, Sheratan y Mesarthim, que forman la cabeza del carnero. Hamal descansa encima de la línea meridiana (norte-sur) que desde la estrella asciende hasta el polo norte, pasando por Almach en Andrómeda y por Segín en Cassiopea. Si extrapolamos la misma línea en dirección sur (esto quiere decir: prolongar imaginariamente una línea) hacia el ecuador, encontraremos a muy pocos grados de desplazamiento oeste a Mira de Cetus.

– Como se trata de una constelación complicada de ver, se recomienda centrarse en sus dos estrellas más importantes;

Hamal, una estrella amarilla de magnitud 2 y Sheratan, una blanca de magnitud 2,6.

Historia mitológica de la constelación

Aries había tenido un estatus elevado en el período formativo de la astronomía griega, porque marcaba el punto equinoccial de marzo. El poeta Manilio (siglo I d.C.) lo proclamó “príncipe de todos los signos”. El pueblo asirio, que habitaba en el Tigris superior y sacrificaba a un carnero en honor al equinoccio, conocía la constelación bajo el nombre de “altar” y “sacrificio”.

En la tradición griega, Aries representa la leyenda del Vellocino de Oro. Según el poeta Apolonio de Rodas (siglo III a.C), el rey Atamante de Beocia desposó a Nefele. Pero Atamante se desencantó de su mujer y volvió a casarse. Su nueva mujer, Ino, vio en los hijos nacidos del matrimonio anterior, pero sobre todo en el niño Frixo, una ofensa a sus propios hijos. Así pues, tramó un plan malvado para causar la muerte de este muchacho. Se fue, sin que nadie lo advirtiera, a los almacenes de grano de trigo para la siembra de primavera, y lo chamuscó. La cosecha siguiente fue mala y, para encontrar remedio a la situación, Atamante envió a un mensajero a consultar el oráculo de Delfos, pero Ino ya había sobornado al emisario, que volvió diciendo que el oráculo requería el sacrificio del joven príncipe para que el grano volviera a crecer. Frixo ya estaba convenientemente preparado para el sacrificio, pero Hermes, el mensajero de los dioses, oyendo los ruegos, desesperados de Nefele (la madre de Frixo), intervino y envió un carnero maravilloso con un vellón de oro para llevarse al niño del altar.

Frixo tenía una hermana, Hele, que también fue rescatada por el carnero, pero cuando el mágico animal cruzaba el estrecho que separa a Europa de Asia, Hele cayó al mar. Desde entonces este estrecho recibe el nombre de Helesponto “el mar de Hele” en su memoria.

El carnero llevó a Frixo al país de la Cólquida, situado en las orillas del mar Negro. Llegado aquí, y como muestra de su gratitud, Frixo sacrificó el carnero en honor a Zeus, y regaló el Vellocino de Oro al rey Aetes de la Cólquida. Aetes guardó el Vellocino dentro de la cueva sagrada del dios de la guerra Ares (Marte), custodiada por un dragón. Allí permaneció hasta que un día fue robado por el heroe Jasón.

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