Los cometas, visitantes del atardecer
Como escribió Jonathan Swfit: «Los ancianos y los cometas han sido venerados por las mismas razones: sus largas barbas y su pretensión de predecir el futuro…». Pero entre tanto, estos misteriosos vagabundos nos han dejado a su paso las más diversas creencias.
Visitas inesperadas
Los cometas han atemorizado al hombre desde siempre. ¿La razón? Porque parece que no respetan las reglas… Los demás cuerpos celestes, la Luna, el Sol, los planetas y las estrellas siguen movimientos estables, coherentes, inmutables…y reconfortantes. Los cometas, en cambio, son unos impertinentes. «Perturban» el orden celeste con su súbita y descabellada aparición.
Los astrónomos veían en ellos a mensajeros, la mayoría de veces de mal agüero, que anunciaban una catástrofe inminente: la muerte de algún personaje célebre o, peor aún, una guerra…
¡Con razón se les temía!
Algunos cometas aparecen una vez y desaparecen para siempre. Otros, en cambio, regresan periódicamente. Sir Edmund Halley, astrónomo en la corte de Inglaterra, probó su periodicidad por primera vez en 1705 demostrando que el cometa Halley observado en 1456, 1531, 1607 y 1682 era en realidad un único objeto. Incluso anunció el regreso del cometa para 1758, pero desafortunadamente llegó poco tiempo después de la muerte del erudito.
Sus últimas visitas fueron en 1910 y en 1986, y la próxima se espera para el año 2062.
¿Qué es un cometa?
Imagínese una gran bola de nieve sucia de algunos kilómetros de diámetro, formada por un conglomerado de hielo, polvo mineral y fragmentos rocosos. Éste es el retrato de un cometa. AI acercarse al SoI, este núcleo de hielo -muy brillante- «pierde gas» y se rodea de un envoltorio difuso, la coma, que despliega tras de si una cola de gas y polvo que en ocasiones puede llegara los varios millones de kilómetros de longitud…
Esta cola de polvo y de gas, muy delgada, no se extiende en la «estela» del cometa, sino que siempre aparece en dirección opuesta a la del Sol.
Algunos cometas pueden adoptar un aspecto muy sobrecogedor e inusual a medida que se acercan al Sol, lo que justifica plenamente el miedo de nuestros ancestros. Con el telescopio distinguimos perfectamente la cabeza y la cola, pero los mejores instrumentos para su observación son sin duda los prismáticos, que, gracias a su extenso campo, ofrecen las imágenes más espectaculares de estos astros.
AI igual que los planetas, los cometas forman parte del sistema solar. Su órbita alrededor del Sol dibuja una elipse muy alargada o, por el contrario, parabólica o incluso hiperbólica, en cuyo caso,tras una breve visita, ya no los veremos nunca más. Un cometa periódico, por otro lado, puede tardar miles de años antes de regresar cerca de nosotros.
¿De dónde vienen?
El origen de los cometas sigue siendo un misterio. Se cree que se formaron al mismo tiempo que el sistema solar hace unos 5000 millones de años.
A más de un año luz de nosotros se encuentra una especie de nube gigante, Ia Nube de Oort, formada por una concentración de cometas.
De vez en cuando, una perturbación de tipo gravitacional expulsa uno de estos «grumos» de esta reserva provocando su ca ¡da en dirección al SoI. AIgunos fervientes aficionados bien equipados (y bien ubicados) emprenden una caza sin tregua de estos astros errantes, con la esperanza de poder pasara la posteridad algún día. En efecto, los cometas reciben
el nombre de su descubridores, Encke, Bennett, Austin, Kohoutec y, más recientemente, Shoemaker/Levy, Hyakutake y Hale-Boppfueron todos descubiertos por aficionados, para satisfacción de cada uno de ellos.
Los meteoritos
Conocidos popularmente como «estrellas fugaces», los meteoritos están estrechamente relacionados con los cometas. Ocasionalmente nuestro planeta cruza la trayectoria de un antiguo cometa y choca directamente con Ia nube de polvo que deja la cola a su paso. Las partículas (de algunos micrones a varios milímetros) entran entonces en nuestra atmósfera y se encienden para dejar en ella una peculiar estela luminosa con frecuencia muy espectacular (a veces incluso se puede oír una explosión).
La rapidez de la penetración es superior a los 100.000 km/h. Todo sucede como si estuviéramos sentados al volante de un automóvil que va a 100 km/h, de noche, cuando está nevando. Parece que los copos que llegan al parabrisas proceden de un único punto situado a lo lejos, delante de nosotros. A esto se parece una lluvia de meteoritos. El punto imaginario de origen, a lo lejos, se denomina radiante.
A menudo es posible observar desde la ciudad estos «aguaceros de meteoritos». Estas lluvias reciben el nombre de la constelación en la que se encuentra el radiante de origen (por ejemplo, las Perseidas o las Leónidas).
A pesar de la intensa contaminación lumínica de la región parisina el fotógrafo cogió al vuelo el cometa Hale-Bopp, que se precipita sobre la ciudad de Saint-Cloud.
No es necesario ser un gran astrofotógrafo para conseguir fotografiar un cometa brillante es suficiente un minuto de exposición con un instrumento sólidamente fijado sobre un trípode.
*** Artículos que recomiendo seguir:
– Los cometas
– Observación de cometas
– ¿De donde vienen los cometas?
– Importantes lluvias de Meteoros anuales
– Observación de meteoros o estrellas fugaces
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