Los efectos de la actividad solar sobre la Tierra
En ocasión de una erupción solar se observa inmediatamente una considerable interferencia en las comunicaciones por radio. Ello es debido al gran incremento de la luz ultravioleta por la erupción, lo cual motiva un aumento de ionización en nuestra ionosfera. Ello produce perturbaciones en la radiorreflexividad de las capas ionosféricas, debido a que las ondas de radio son reflejadas por un gas ionizado. Cuando remite la erupción, la situación vuelve pronto a la normalidad. La aparición de la erupción va también acompañada de perturbaciones en el campo magnético terrestre.
En añadidura a la acrecentada radiación ultravioleta por una erupción se produce también un aumento en la intensidad del viento solar, que consiste en un torrente de electrones y protones del Sol. Debido a que estas partículas viajan a velocidades de sólo 1600 km/seg en vez de a la de la luz, necesitan un día o más para llegar a la Tierra. El intensificado viento solar causa brillantes despliegues de auroras cuando las partículas colisionan con la atmósfera terrestre y animan a la emisión a sus átomos y moléculas. La llegada de las nubes de partículas origina a menudo perturbaciones mundiales en el campo magnético terrestre, las cuales pueden persistir durante días.
Durante mucho tiempo se han efectuado intentos para correlacionar la actividad de las manchas solares con el clima terrestre, mas no parecen hallarse presentes efectos reconocibles. Ello puede deberse en parte a que son muchos los factores que influyen en el clima. La radiación solar es desde luego uno de ellos, pero existen otros muchos y la situación no es sencilla. No obstante, parece que debe haber una acusada correlación entre el espesor de los anillos anuales de los árboles en algunas zonas y el momento del ciclo de las manchas solares.
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