Los monumentos megalíticos: Stonehenge

Muchos de los megalitos que se construyeron a partir de finales del Neolítico son a veces considerados por muchos científicos como lugares rituales y en determinadas ocasiones, de modo quizá inapropiado, como observatorios. Mientras que el primer uso puede constatarse sobre todo a partir del hallazgo de enterramientos, para el segundo es necesario un rigor en la investigación y una cautela que, de no existir, pueden llevar a conclusiones falsas, por muy atractivas que resulten.

Uno de los monumentos megalíticos más famosos del mundo, de referencia obligada, es Stonehenge, en la llanura de Wiltshire (Inglaterra). En los últimos años, un proyecto británico coordinado por el Servicio de Datación Científica del English Heritage ha realizado un estudio riguroso del monumento y sus alrededores. Los primeros vestigios de actividad son del Mesolítico, pero existe la posibilidad de remontarse hasta el año 8500 a. C. como inicio de varios siglos de uso del lugar, y posteriormente del monumento tal y como lo conocemos, con fines rituales. El círculo donde se enmarca la construcción megalítica se construyó en un periodo llamado Stonehenge 1, en torno a 3020-2910 a. C., de acuerdo con la datación de restos de cornamentas, probablemente usados como herramientas de excavar, enterrados en la zona más profunda de la zanja (The Ditch, en inglés, en la literatura que se refiere a Stonehenge). Se tiene constancia de actividad de construcción en otros dos periodos (Stonehenge 2 y 3) desde aproximadamente 2500 a. C. hasta 1740 a. C. Se han encontrado restos funerarios datados en el intervalo 2400-2140 a. C. y más recientes, que nos llevan hasta la Edad del Hierro, en 780-410 a. C.

Sobre Stonehenge han corrido ríos de tinta, muchos de ellos aportando conclusiones demasiado atrevidas sobre un supuesto uso del monumento como observatorio astronómico. Por ejemplo, Gerald Hawkings, astrónomo estadounidense, publicó en 1963, en la revista Nature, y en 1966 en un libro titulado Stonehenge Decoded sus resultados sobre los alineamientos de las piedras y huecos de Stonehenge. Hawkings propuso coincidencias de 165 puntos del monumento con posiciones particulares del Sol y la Luna, y llegó incluso a proponer que los eclipses lunares se podían predecir utilizando un sistema de piedras móviles que se situaban en los «agujeros de Aubrey», 56 oquedades en el suelo descubiertas en el siglo XVII por el anticuario John Aubrey. Estudios posteriores mucho más rigurosos, realizados por Clive Ruggles, profesor de arqueoastronomía de la Universidad de Leicester, publicados en 1999, muestran que lo más que podemos decir es que el eje principal del monumento está alineado en la dirección de la salida del Sol en el día más largo del año (solsticio de verano) o de la puesta en el día más corto (solsticio de invierno) y que quizá haya algún alineamiento lunar, pero nada más. Incluso el alineamiento solsticial podría cuestionarse, ya que no existe otro monumento similar perteneciente al mismo marco cultural que ayude a corroborar (o rebatir) estas conclusiones.
Hablando con todo rigor, se desconoce la concepción del Cosmos que tenían los constructores de este y de otros monumentos megalíticos y si comprendían o no la relación entre los movimientos de la Tierra, la Luna y el Sol. Lo que sí podemos afirmar es que incluso antes de que se desarrollarán de forma independiente las grandes civilizaciones en Mesopotamia y en el Valle del Nilo, había en Europa una cultura autóctona, de la que no tenemos registros escritos, pero que probablemente ya realizaba observaciones del cielo, quizá toscas y no demasiado precisas, pero sí apuntando a las manifestaciones más claras y sencillas de ciertas variaciones de las posiciones de los astros en el cielo, como por ejemplo el cambio durante el año en las posiciones de la salida y puesta de Sol. Éstos fueron los primeros pasos que permitirían a sus sucesores extraer, poco a poco, conclusiones más complejas sobre los sutiles patrones de los movimientos periódicos del Sol y de la Luna, y así regular sus calendarios de una forma cada vez más exacta.

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