Los primeros astrónomos y los augurios en el cielo
Los descubrimientos arqueológicos muestran que los primeros astrónomos-astrólogos aparecieron en Mesopotamia. Esta casta sacerdotal se dedicaba al estudio de los cielos nocturnos en busca de augurios para los gobernantes.
La primera gran civilización mesopotámica fue la de Sumeria, surgida en el cuarto milenio a. C. Los sumerios idearon el arado, los vehículos con ruedas, los grandes proyectos de irrigación y la escritura. Acumularon también una cantidad significativa de mitos celestes que pasaron a sus sucesores, babilonios y asirios.
Los pueblos de Babilonia y Asiria desarrollaron, a partir del legado sumerio, una compleja comprensión de los cielos y sus patrones. Diseñaron calendarios para la siembra y lograron predecir los eclipses de Luna con exactitud. Los babilonios inventaron la medida de ángulos en grados.
La mayor parte de la sabiduría astronómica pasó casi inalterada de Mesopotamia a los griegos. Los griegos adoptaron, por ejemplo, el grado, e importaron constelaciones tan familiares como las de Auriga, Géminis, Leo, Capricornio y Sagitario, limitándose a traducir al griego sus nombres mesopotámicos.
ESTRELLAS RITUALES
Las civilizaciones antiguas fuera de Mesopotamia también desarrollaron sus propios mitos celestes. En Egipto, los desbordamientos periódicos del río Nilo controlaban la vida al irrigar y fertilizar los campos. Los astrónomos-sacerdotes egipcios predecían los desbordamientos atendiendo a la fecha en la que la estrella Sirio salía justo antes que el Sol. El cielo reflejaba los dioses egipcios:
Nuestro Orión era Osiris, y la Vía Láctea representaba a la diosa Nut dando a luz al dios del Sol, Ra.
Los astrónomos chinos observaron con precisión las estrellas, los planetas, las supernovas y los cometas. Alrededor del año 1.300 a. C. elaboraron lo que quizá sea el primer calendario del mundo. Al igual que en Egipto y Mesopotamia, no distinguían entre astronomía y astrología: se consideraba al emperador como un enlace personal entre el cielo y la tierra. Los astrónomos se dedicaban a predecir el futuro y, mediante rituales, a contrarrestar contrarrestar los malos augurios y potenciarlos buenos.
EL NUEVO MUNDO
En el Nuevo Mundo, los astrónomos-sacerdotes de las civilizaciones maya y azteca realizaron amplias observaciones de los cuerpos celestes. Los mayas poblaban el sur de México, y florecieron entre el siglo III a. C. y el siglo IX de nuestra era. Basaron su cosmología en la repetición de configuraciones entre las estrellas y los planetas, especialmente Venus, asociado al dios de la lluvia.
Para los aztecas, que dominaron lo que hoy es el centro de México durante dos siglos antes de la conquista española de 1.520, Venus representaba al dios Quetzalcóatl. Esta serpiente emplumada encarnaba la fuerza vital que surge de la tierra, el agua y el cielo. Se requerían rituales y sacrificios sangrientos para aplacar a este dios cada una de las cinco veces que Venus desaparecía y reaparecía en su ciclo de ocho años.
Para las culturas insulares del océano Pacífico, la astronomía constituía sobre todo un arte práctico. En las islas Gilbert de Micronesia, por ejemplo, no existe una palabra para designar a los astrónomos, sino que corresponde a los navegantes conservar la sabiduría celeste. Las estrellas y los planetas salen y se ponen en los trópicos formando ángulos rectos con el horizonte, de manera que un astro brillante puede servir de guía durante muchas horas sin riesgo de perder el rumbo. Los navegantes aprendían historias acerca de los cielos que contenían datos sobre rumbos, y usaban mapas hechos de varillas y caparazones para representar las islas y los patrones de olas.
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